La curiosa historia del Hielo
En Hielos del Sureste, no inventamos el hielo, pero sin duda hemos ido perfeccionando la técnica de producción y mejorando la calidad, hasta conseguir un cubito de hielo perfecto.
El hielo, que hoy nos parece algo de lo más natural en casa, ha sido uno de los elementos más codiciados por el ser humano desde épocas remotas.
Los egipcios ya utilizaban neveros, ya que se han encontrado depósitos antiguos que datan del siglo XXIX al XXI a.C. También en Mesopotamia y en Grecia.
En Roma en el siglo I a.C se utilizaba como medio terapéutico, aunque su uso ya se había extendido también a las bebidas y a la conservación de alimentos. De hecho, el emperador Nerón ya usaba esa nieve para enfriarse sus zumos de frutas y los vinos.
Más tarde, en el continente asiático, a lo largo de los viajes de Marco Polo (1254-1324) se recogen varias recetas de postres helados que se preparaban en China desde tiempos lejanos.
En el Renacimiento el uso estaba extendido y organizado. Se aprovechaban las nevadas para acumular hielo en almacenes especiales, pozos y habitáculos subterráneos hechos con piedra o ladrillo cerámico macizo.
Fue a partir de ahí, sobre el siglo XVI, cuando se hicieron normas legales para regular un comercio emergente y rentable con enorme impacto económico. No había ningún mes sin hielo, de hecho, se intensificaba la venta en verano. Así se popularizaron las bebidas frías. De esta forma, se llegó al siglo XIX con un fuerte aumento del consumo de helados y horchatas.
No fue hasta mediados del siglo XIX cuando, debido al tesón de Frederic Tudor, se popularizaron los hielos en forma de cubito. Y es que este norteamericano vio un gran negocio en el transporte y fraccionamiento de grandes bloques congelados. Pese a las burlas iniciales de sus contemporáneos, amasó una enorme fortuna y llegó a ser conocido como “El Rey del Hielo”.